Ni tan siquiera en los gloriosos años 80 el heavy metal patrio ocupó una posición “mainstream” en la vida pública. La Movida, un movimiento más vistoso y menos elaborado, eclipsaba a los grandes músicos rockeros. Aún así, grupos como Obús, Ángeles del Infierno, y sobre todo, Barón Rojo llegaron a conquistar muchos corazones, incluso a nivel internacional. Demasiada reivindicación y propuesta innovadora para los que manejan el cotarro, que sin duda prefieren letras reaggetoneras que otras que despierten la conciencia social o se replanteen el orden establecido. Para muchos, ésta gloriosa etapa pasó a la historia, pero en algún reducto se sigue peleando por mantener viva esa llama.
La fortunada es un pueblo pequeño, especialmente maltratado por la despoblación y el envejecimiento,que ha mantenido desde hace tiempo viva la llama del Rock’n’Roll, sobre todo en periodos vacacionales dónde el pueblo renace cuando los que han tenido que marchar regresan. Fue durante esas tardes y noches de jolgorio cuando el espíritu del Rock apareció y se consolidó en este enclave pirenaico.
El proyecto se concibió en el casino en una tarde de invierno. Barón Rojo preparaba la gira del 35º Aniversario y las fechas de agosto reservadas para las Fiestas Patronales estaban libres en el calendario Baronil, así que, aunque el sacrificio fuera enorme, se podía intentar que el legendario grupo aterrizara en el valle. Poco a poco los detalles de la actuación se irían cerrando y allá por marzo el grupo ya anunciaba en su página web el concierto. La ilusión se apoderaba poco a poco del pueblo y los valles adyacentes, y la Baronmanía no solo se limitaba a los rockeros de siempre.Amaneció el día, tras un jueves de fiesta muy divertido y el pueblo se reunía desde mediodía en la piscina, con Barón sonando a todo volumen. Los niños tarareaban las letras ya vestidos con la camiseta conmemorativa y la gente se interesaba sobre el viaje de los músicos. El equipo de sonido y luces, a cargo de Bardají Profesional hacía su aparición sobre las 13h y el frontón, ya engalanado, se preparaba técnicamente para el evento. No se harían esperar los infatigables artistas y sobre las 16h llegaban al pueblo en una sufrida furgoneta cargada hasta los topes y conducida por Mariano, el Road Manager. Mientras tomaban un pequeño descanso se celebraba el Campeonato de Guiñote, en unas calles que ya solo pensaban en sus ídolos.
Rafa Díaz sería el primero en aparecer, para ocuparse de ultimar los preparativos en la batería. Ángel Arias, recién reincorporado a la banda, llegaba poco más tarde, para afinar su bajo, y finalmente Armando y Carlos de Castro llegaban al frontón pasadas las 17 h. No tardarían en sonar los arpegios de “Siempre estás allí”, haciendo estremecer de emoción a la juventud local ante la expectativa de lo que llegaría por la noche; “gallina en piel”.
Tras más de una hora y media de pruebas, el sonido ya estaba bien definido y los astros se retiraban a descansar al hotel. Mientras, los locales Dios de Hormigón y las jóvenes promesas de Dark Day seguían con las pruebas. La calurosa tarde dejaba paso a la noche, y a las 21h subían al escenario Dark Day para sorprender al cada vez más numeroso público con un repertorio que incluía temas como “Jesucristo García”, “The Final Countdown” o “Fear of the Dark”.
Tras un descanso para tomar un refrigerio, se recrudecía la tormenta de metal por medio de Dios de Hormigón, que con temas como “For Whom the Bell Tolls”, “Rock You Like a Hurricane”, “Amor Castuo” o “Hallowed By Thy Name” calentaban al expectante público. En gran Cai sufría una aparatosa caída que le llevó al Centro de Salud, pero heroicamente se recuperaba para asistir al concierto entrante.
Hemos de destacar la heterogeneidad del público asistente. Además de los rockeros locales, no faltaban los más ancianos del lugar ni muchos niños también ávidos de buena música. Mucha más gente de localidades cercanas y no tan cercanas (Almacellas, Zaragoza, Madrid, Sevilla, Cincinnati,…) aguardaban felices la aparición estelar. Nada podía fallar y a pesar de las preocupantes predicciones meteorológicas la noche seguía templada y seca.
Tras unos minutos de cambio de instrumentos, un grupo de fornidos jóvenes locales se acercaban al hotel para acompañar a los componentes del grupo y pronto atravesarían la multitud hacia el escenario donde ya todo estaba listo. Los ojos bien abiertos, los músculos en tensión y los oídos preparados para la atronadora descarga.
La noche discurría a la perfección, el Frontón, la Plaza de España y la Calle de las Acacias estaban abarrotadas, el buen rollo entre la gente era nota dominante y además las amenazas de tormenta no se cumplían. Con toda esa magia en la atmósfera el triplano rojo despegaba con “Arma Secreta” seguida de “Larga Vida al Rock’n’Roll”,
provocando en el público una auténtica explosión de júbilo, traducida en saltos, empujones, “headbangers” y demás simbología metalera. Siguió Barón con “Al Final Perderán” y “Anda Suelto Satanás”.
Las espectaculares “intros” eran un reto para los entusiasmados fans, que competían por ver quién adivinaba primero la canción. La conexión entre Barón y Lafortunada se consolidaba y llegaba la artillería pesada con “Incomunicación” y los ya inseparables “El Barón Vuela sobre Inglaterra” y “El Malo”.
Arias y los hermanos De Castro nos deleitaban con sus pasos sincronizados, mientras que Rafa reventaba magistralmente los parches. Siguió el concierto con “Bajo Tierra”, “Rockero Indomable” e “Invulnerable”. Cuando algún elemento disruptor ponía en peligro la armonía e integridad de los asistentes los elementos de seguridad locales, infiltrados en primera línea de fuego, resolvían la situación contundente y magistralmente.
La siguiente canción, todo un clásico, era “Las Flores del Mal”, y sin apenas un respiro le seguía “Cueste lo que Cueste”. El homenaje a Los Who cobraría forma con “La Reina Ácida”, con Rafa ya ataviado con la equipación de piloto y camisetas volando hacia el escenario.
El animado ritual combativo seguía en las primeras filas, y todo el pueblo cantaba al unísono cuando los hermanos De Castro lo requerían. Volvían los clásicos con “Satánico Plan” y “Hermano del Rock’n’Roll”y tras ellos “Cuerdas de Acero” hacía vibrar de emoción a la grada mientras Armando demostraba porqué es uno de los mejores guitarristas del mundo.
Las lágrimas empañaban los ojos con “Hijos de Caín”, que también provocaba el manteo de su hermano Abel. “Con las Botas Sucias” parecía que el concierto estaba acabando o casi acabando, pero el público demostró estar allí y respondió con gran brío las arengas de Armando mientras sonaba “Los Rockeros Van al Infierno”, tema que además incluyó fragmentos de “Los Desertores del Rock”, “El Presidente” y “Casi me mato”.
Tras una breve parada, en la que el público no dejó de pedir más, volvíamos a los abismos con “Te Espero en el Infierno”, que precedía un momento estelar de la madrugada; “Concierto Para Ellos” con su descomunal intro.
Las nubes cubrían las estrellas del cielo pero las de la Tierra seguían con la descarga, “Resistiré” provocaba la locura en todo el recinto y “Siempre Estás Allí” parecía culminar la épica actuación. Pero no, aún quedaba tiempo para que los maestros se despidieran a través de “Barón Rojo” y “Son Como Hormigas (“They Are Like Termites”) rematando una noche que quedaría para la historia del Sobrarbe.
Tras repartir púas y baquetas entre el público, los músicos se retiraban al hotel a secar el sudor y tomar un refrigerio, para luego reaparecer y firmar y hacerse fotos con todo el que lo deseara. La profesionalidad y dignidad rockera de Barón Rojo, que no escatimaron ni un ápice de fuerzas, es maravillosa y no hace sino agrandar más la fabulosa leyenda que forjaron en los 80s.
Las futuras generaciones quedaron prendadas de pasión Baronil, los veteranos del lugar también mostraron su reconocimiento, y todos los presentes se fueron con el recuerdo imborrable. La lluvia llegó poco después de la retirada de los dioses del metal, y la jornada echaba el cierre. Larga Vida al Barón Rojo, siempre estaremos allí.