Excursion por Sobrarbe – Santa Justa
«Caras Be» es un intento de dar a conocer tesoros perdidos que tenemos en nuestra querida comarca. Rincones totalmente ajenos a las principales rutas turísticas, pero con capacidad para sorprender y emocionar al visitante. O actividades que poca gente conoce, pero que pueden ayudar a comprender mejor nuestra realidad profunda, más allá de donde llegan los focos.
Hoy empezamos con una visita a un pueblo deshabitado, Santa Justa. Colgado en la ladera Este del monte que culmina Puértolas, y en la entrada del valle del Yaga. Es un lugar que ha albergado vida desde tiempos muy lejanos, ofreciendo sus suaves pendientes y soleados yermos a los habitantes primigenios. En el registro diocesano aparece en 1182, y posiblemente un antiguo lugar de culto de pueblos prerromanos fuera adaptado a la nueva idiosincrasia cristiana, dando lugar al nombre del lugar.
El acceso a la aldea es difícil, y solo una pista con pronunciadas pendientes y en mal estado permite la aproximación a todoterrenos hábilmente pilotados. Pero el encanto se encuentra en alcanzar la localidad a través del viejo camino, el que hasta hace medio siglo servía a los últimos habitantes.
La senda comienza enfrente de Casa Rubén, a pocos metros de Hospital de Tella. Seguimos las indicaciones del sendero de Pequeño Recorrido (PR, blancas y amarillas). Nos da la bienvenida con una fuerte pendiente y una bonita cascada a nuestros pies. Tras cruzar el barranco sigue la pronunciada cuesta, mientras nos adentramos en un pinar joven. Viejos muros, túmulos y otros vestigios de actividad humana van salpicando nuestro ascenso.
Tras dejar atrás el pinar nos damos de bruces con la pista, quizá buen momento para secarse el sudor, sacar la bota llena de Rondadora, dar un par de tragos largos y echar la vista atrás. Nos maravillaremos al descubrir que la Peña Llerga , la Peña Montañesa y Cotiella se yerguen sobre el Valle del Cinca, y van a cubrir nuestras espaldas durante todo el recorrido.
Seguimos alternando tramos de pista empinada y otros de sendero sin parar de subir, y en unos quince minutos nos encontramos ya escoltados por los muros que presagian la cercanía del núcleo urbano. El último tramo es un viaje al pasado, con los muros a ambos lados del camino y prados salpicados de barzas (zarzas), artos (endrinos) y gabarderas (escaramujos) que nos recuerdan el abandono del lugar.
Llegamos a Santa Justa y las viejas calles nos dan una melancólica bienvenida, con muchas casas reducidas a las paredes y alguna viga de madera, la iglesia de origen románico también en ruinas y la maleza abriéndose paso sin freno. Pero no todo es desolación, dos casas están arregladas y una de ellas está habitada fines de semana y festivos. Es buen momento para sentarse tranquilamente, junto a la fuente y reflexionar sobre el devenir de nuestra civilización, con una humanidad que persigue ambiciones en jaulas de humo y estrés mientras abandona rincones plácidos y totalmente en equilibrio con la Madre Naturaleza como éste en el que estamos.
Hay que tener presente que aunque algunas de las casas estén abandonadas, debemos ser respetuosos y mantener intactas construcciones y propiedades privadas. Tras recorrer las calles desiertas y admirar toda la belleza de Santa Justa proseguimos el camino. Tenemos varias opciones, regresar por la pista hasta Hospital de Tella, seguir el camino hacia Puértolas (por el PR), volver sobre nuestros pasos o atravesar el Collado de Santa Justa y bajar por el barranco hasta encontrarnos con el sendero que viene de Mirabal. Escogemos esta última, para completar la ruta circular, no sin antes subir a la ermita de San Superio, pequeña construcción situada en un cerro próximo que nos permitirá contemplar Santa Justa y su entorno desde las alturas.
Bajamos de nuevo al camino que lleva al Collado de Santa Justa. Al llegar al mismo se abre ante nosotros el valle del Yaga y las cumbres nevadas de las Tres Marías, Puntas Verdes y Portañús. Hay también un pequeño abrevadero. Podemos seguir un camino que continua en dirección noroeste (algo abandonado) o bajar monte a través. El instinto montaraz nos lleva por esta alternativa y discurrimos paralelos al barranco hasta llegar en cinco minutos a “La Tira”, que es como llaman los de los pueblos de la zona al camino que baja de Mirabal. Tras unos minutos campo a través, “La Tira” parece la Autopista del Ebro. Ya solo queda bajar hasta Hospital, en poco más de veinte minutos finalizamos la excursión.
En definitiva, un paseo accesible, que nos hará llegar al corazón del Pirineo menos conocido, más salvaje y en que la historia no nos abandona en ningún momento. Aventura y reflexión se mezclan para dejarnos recuerdos inolvidables. ¡Qué alegría nos llevaríamos al ver otra vez niños corretear por las calles, humo salir de las chimeneas y ponche en las rondas de los días de fiesta!